El cáncer de mama desde el enfoque de la Nueva Medicina Germánica
- Nueva Medicina Online
- 3 jun
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En glándulas mamarias
Conflicto:
La temática particular de la glándula mamaria, stricto sensu, es aquella del nido, más precisamente aquella del ataque a la integridad del nido. Esta noción de integridad del nido también puede ser formulada de la siguiente manera: “estoy muy preocupado y me siento totalmente impotente por mi hijo o por mi pareja que está en peligro”, pero sin la sensación de separación. También puede tratarse de peleas que afecten al hijo (padre violento con el hijo…), así como lo menciona el Doctor Hamer. Algunos insisten con el hecho de que es el útero el primer nido, y no el seno, lo que es rigurosamente exacto. Dicho esto, entonces podríamos decir lo mismo para el óvulo. Esto no impide que no podamos imaginar una mujer, incluso una pareja de pájaros, o de mamíferos que, desde antes de la venida de su progenie, no construyeran un nido o crearan una madriguera para alimentar a sus pequeños desde su nacimiento, y protegerlos mejor. Por lo tanto, la mama es el nido luego del nacimiento y, por extensión, la familia, la casa, etc. Como antes el útero, la mama asegura estas dos funciones vitales: nutrir y proteger. La terminología utilizada por el Doctor Hamer es, en este sentido, ¡totalmente adecuada!
Como ya lo he mencionado anteriormente, cada glándula mamaria posee un sentido biológico específico, el cual se invierte en función de la lateralidad, y es independiente del sexo del individuo.
Es así como:
La glándula mamaria izquierda en las diestras aparece vinculada a la noción de territorio arcaico, de nido estricto, incluso de clan, de la filiación. Por extensión, esta noción de clan puede implicar, por supuesto: el nombre, la logia, la sinagoga, etc… siempre y cuando, para el humano, la sensación sea aquella de pertenecer “a mi clan”, “a mis raíces”.
La glándula mamaria derecha en las diestras debe vincularse al nido extendido ,o sea, a todo aquello que no hace a la relación madre-hijo stricto sensu, es decir, a la relación con los pares. En la naturaleza, el primer par es el padre. Los demás pares son los hermanos y hermanas, el/la amante, los vecinos, los colegas de trabajo, etc…
Para las zurdas, es al revés.
Aquí, cabe recordar que es la sensación lo que prima y que el cerebro funciona en el plano real, virtual, imaginario y simbólico. Una mujer también puede dar el pecho a un hijo que no es el suyo (volveré sobre este punto con un caso clínico mencionado en los cánceres de los conductos galactóforos de la mama, entre los tejidos ectodérmicos). Por lo mismo, una mujer dueña de empresa puede sentir su empresa como su creación, como su hijo. También un pequeño animal de compañía puede ser sentido como un hijo sustituto. La propia casa puede sentirse como el nido. Aquí encontramos la expresión: “hacer el nido”, que es un tema típicamente femenino. Todas estas situaciones tendrán un impacto cerebral a nivel del relé de la relación madre-hijo, en función de la lateralidad. En mi experiencia, ante todo hay que indagar en la relación entre la mujer y su hijo real o virtual, aunque he tenido la oportunidad de verificar, sobre todo en los cánceres de los conductos, al hogar sentido como el nido. Recuerdo, finalmente, la importancia de una cronología precisa de los síntomas y de los eventos.
La relación padre-hijo hace intervenir al mismo relé cerebeloso que al de la relación madre-hijo en un paciente de sexo masculino. Para la relación madre-hijo, esto afecta tanto a la madre como al hijo. Para la relación padre-hijo, sólo afecta al hijo del padre y a la relación del padre con su madre. Asimismo, ponerse en rol de madre o padre con la pareja no constituye una excepción a lo que ha sido expuesto con respecto a la lateralidad, ya que el cónyuge o el/la amante sigue siendo un par. De hecho, el marido, la esposa, o cualquier otra pareja está bien identificado y memorizado como tal, desde el principio, por nuestro cerebro, independientemente de la sinceridad de este tipo de expresión a nivel psicológico. Una de las dos únicas excepciones que puedo imaginarme, es aquella en la que el/la mayor (casi siempre la mayor) de los hijos/as que, por la razón que sea, ha sido llevado/a a tomar el rol de madre con otro hijo/a (casi-) recién nacido/a. Esto nos lleva al caso precedente, donde
cada uno puede sentirse como el padre/madre de un niño que no es biológicamente el propio. Según mi experiencia clínica, ¡debería haber una diferencia de edad importante entre estos dos hermanos! La segunda excepción posible, aunque teórica, ya que nunca he tenido una paciente que presentara un cáncer de mama de este tipo, sería aquella en la que la madre da a un hijo en adopción al nacer. En esta última situación, podría darse que al reencontrar a su hijo, ya adolescente o adulto, sin haber ella misma buscado este encuentro, sienta a su hijo como un par, o que, en las mismas circunstancias, su hija sienta a su “madre biológica” como a un par.
N.B.
El cáncer de mama es posible en el hombre zurdo o en el hombre diestro en “pat hormonal”. Así es como en caso de cáncer de próstata, se daría un aumento del riesgo de contraer un cáncer de mama (ref.: “Second primary cancers in man with prostate cancer: An increased risk of male breast cancer” - C. Thellenberg et al. - Journal Urology - 2003 - 169 - 1345). De hecho, se trata de cáncer en los conductos galactóforos de la mama. Esto también ha sido confirmado por un artículo más reciente publicado el 9 de diciembre de 2010, en las páginas 31-31, de la revista “Le Généraliste”. En un solo paciente (era diestro) con quien pude constatar esto, primero había presentado un intenso conflicto de pérdida de territorio (con un “importante pat hormonal”, y un conflicto en la próstata, debido a que su hijo estaba implicado). Fue durante el transcurso de la terapia hormonal que presentó un cáncer de los conductos en la mama de la relación padre-hijo, ya que había tenido una recidiva de su conflicto. A la luz del sistema ontogenético del Doctor Hamer, esto no tiene nada de sorprendente cuando consideramos el conflicto que afecta a la próstata. Sin embargo, sería interesante verificar en estos pacientes si es realmente la mama de la relación padre-hijo la que es afectada de forma secundaria.
El conflicto aquí es: ya sea, preocuparse en relación a, o bien, de pelea con… en el nido (ataque a la integridad del nido). Para la parte puramente glandular, o sea, la parte lobular del seno, la cual produce leche, no hay para este tipo de conflicto de mama, en su estado puro, sensación de separación. En fin, este conflicto, en su esencia, ¡no tiene nada de sexual!*
En conductos galactóforos
Conflicto:
Se trata específicamente de un conflicto de separación impotente en la relación madre-hijo (nido estricto) en la que el hijo o la madre de la paciente es frecuentemente sentido como encontrándose en peligro, o de un conflicto de separación con el compañero (nido extendido). En este último caso, la mujer también puede, aunque no siempre, sentir que está en peligro, por ejemplo, por el hecho de una patología grave (lo que no lo convierte en un niño, incluso virtual) o de una amante que va a arruinarlo en todos los sentidos del término (idem). Esto no significa, en mi experiencia clínica, que el compañero sea percibido obligatoriamente como un hijo, aunque sea virtual.
Por otro lado, una gran cantidad de esposos que engañan o dejan a sus esposas se comportan como “esposos amantes” o, al contrario, las dominan escandalosamente, incluso las maltratan. De este modo, para apaciguar los celos, las persiguen y agreden para que ellas no puedan “engañarlos”, es decir, rehacer su vida. Este último tipo de caso a menudo responde al perfil del “perverso narcisista”, tal como ha sido descrito por Madame Marie-France Hirigoyen. En semejante caso, la esposa ha desarrollado lo que asemeja mucho a “un síndrome de Estocolmo” frente a su verdugo y no a “su hijo virtual”. Otra razón, a mi parecer también importante, por la cual yo no adopto esta terminología de “hijo virtual” para designar a la pareja, es la confusión que puede generar, con el riesgo de incluir verdaderos hijos que la paciente no dio a luz. Volveré en breve sobre este punto con un caso clínico.
Por último, “last but not least”, quisiera agregar dos puntos que considero importantes: el primero es que el compañero también puede corresponder al padre, a un hermano(a) o a un(a) gran amigo(a) muy cercano(a) (no en el sentido superficial de las redes sociales actuales). ¡Ahora busque al hijo virtual! El segundo punto refiere al vínculo simbólico inconsciente que ha hecho un autor, y que le resulta difícil de aceptar: “para una mujer que desarrolla un cáncer de mama, más vale ser una amazonas, lo que permite cazar y reemplazar al hombre, que mantener su mama y aún atraer a un bueno para nada” (sic). Aunque este autor escriba muchas cosas pertinentes, no solamente, yo no me veo aportando a una paciente con un cáncer de mama este tipo de explicaciones por razones evidentes, pero, en el caso de que esta interpretación encuentre mínimamente la realidad inconsciente de la mujer, la mama en la que se desarrolla el cáncer tendría que corresponder con aquella que le permita practicar el tiro con arco, ¡algo que “su cerebro estratégico” sabe perfectamente! ¿Qué decir, entonces, de una hembra mamífera con la misma patología? Ya que presentará la misma localización cerebral de su F.H. en caso de tener lateralidad idéntica. Aquí, repito que la lateralidad se aplica de la misma manera para el conjunto de los tejidos glandulares de la mama (la parte acinar y la parte de los conductos galactóforos), y que por tanto resulta un test indispensable, con el riesgo de cometer importantes errores en el abordaje de un paciente.
Según el Doctor Hamer, el enunciado de este conflicto podría ser: “mi hijo me ha sido arrancado del pecho”, o también: “el compañero ha sido arrancado de mi pecho”.
Desde la primera edición del libro, ciertas pacientes con cáncer de los conductos galactóforos de la mama han utilizado espontáneamente esta expresión para expresar su sufrimiento durante la separación que habían vivido. Especialmente, es el caso de la tercera paciente que expondré en breve. Mientras que en la primera edición del libro había escrito que prefería no utilizarla, ahora opto por mantenerla, incluso si en algunas pacientes no había endurecimiento del seno, como podemos encontrar en los tumores muy fibrosos tales como tumores llamados “squirrhes” de mama, los cuales dan la sensación de un blindaje de la mama que se ha vuelto dura como una piedra. Hoy, pienso que la utilización de esta expresión está más cargada emocionalmente de lo que podría evocar la palabra separación, ya que es el reflejo de un apego muy fuerte del que la mujer ha sido separada.
He especificado que muy frecuentemente el hijo y/o, en una cierta cantidad de casos, el compañero pueden ser conscientemente sentidos como encontrándose en peligro. Dicho esto, en los recuerdos arcaicos de los que somos depositarios, el conflicto de separación constituye siempre un conflicto de gran peligro para aquel que se separa del grupo. Esta es verdaderamente la razón por la que el Doctor Hamer no menciona, sin rechazarlas, las nociones de peligro tal como las he expuesto al comienzo de mi desarrollo en relación al conflicto del cáncer de los conductos galactóforos de la mama. Esto también nos ilustra la observación ya mencionada relativa a otros tejidos: los tejidos ectodérmicos conservan el recuerdo de los tejidos más vitales.
Quisiera también mencionar un último elemento que a menudo he encontrado en las mujeres que presentan un cáncer de mama en la relación madre-hijo, y que podría ayudarnos a comprender por qué también puede implicar a la madre de la paciente. (Sucede lo mismo con los hombres). En mi experiencia clínica, la relación con nuestra madre es la más antigua, la más vital y la más importante para casi la totalidad de nosotros.
De hecho, he sido testigo de aquello en varias ocasiones: las personas de ambos sexos llamaban a su madre en situaciones de desesperación y dolores extremos, excepcionalmente a su padre, y esto, cualquiera sea la calidad de su relación adulta con su madre. Además, en muchos casos de cáncer de mama en la relación madre-hijo, estas mujeres no habían tenido (suficientemente) amor y protección maternal, algo que aún buscaban inconscientemente. Consciente o inconscientemente, ellas querían a toda costa no educar a su(s) hijo(s) como ellas habían sido educadas. Ellas criaban y sobreprotegían mucho más allá del período en el que es normal comportarse como “madre nutricia”, a veces incluso luego de la partida del “nido materno”. Estando el infierno pavimentado de buenas intenciones, surgían de facto grandes sufrimientos “para estas madres gallina” en la relación con su(s) hijo(s), por la amplificación de las desgracias de éste(os). De hecho, estos hijos no aprenden a responsabilizarse y no encuentran bien su lugar debido a esta sobreprotección prolongada. Sus sufrimientos también podían haber sido causados por la rebeldía de su(s) hijo(s) contra la opresión castradora y malsana que ellas habían ejercido, en el nombre de “su amor maternal”.*
*Extractos del libro "Manual de nueva medicina - De acuerdo al trabajo del Dr. Hamer" del Dr. Robert Guinée:
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